Me caso…S.O.S.
Así comenzó mi relación con Roció y Cuco, este era el asunto del email que me mandaron, pero es que el resto no tenía desperdicio.
Buscamos fotógrafo que nos acompañe el día de nuestra boda y ponga su granito de arena para hacerlo aún más especial.
Quiero conocerte y valorar cómo nos puedes ayudar en nuestro gran día.
Está claro que cuando una pareja da ese valor a la fotografía de su boda y entiende que son algo más que “simplemente fotos” es la mejor forma de comenzar la relación, así que sin dudarlo un segundo me puse en contacto con ella de inmediato.
Luego llegó el momento de conocernos en persona, junto a ellos su inseparable Bruno, ese peludo tan bonito que derrocha simpatía. Yo también he tenido un bichón maltés, esto va por buen camino. Me abrieron las puertas de su casa y también oficina, otra cosa que compartimos es que trabajamos desde casa, menudas casualidades.
Su empresa actual es fruto de la pasión, ese trabajo que un día hizo que se cruzaran sus vidas y se conocieran hace ya algunos años, antes de montar su propia empresa de diseño de stands para ferias. Rocio incansable creativa y Cuco el mejor acompañante para esa gran aventura forman el cerebro perfecto (lado creativo y lógico) cuyo motor sigue siendo la pasión por lo que hacen.
Y así llegamos a su preboda, tenían claro que Bruno, con el cual forman una gran familia tenía que estar en la sesión y así fue. Altea fué el enclave elegido, un pueblito con mucho encanto, con tiendas de autor, calles empedradas y blancas que enamoran y donde se respira un aire bohemio. Llegamos con suficiente tiempo a Altea y aprovechamos para ver la finca donde celebrarían su gran día. Marques de Montemolar era el sitio elegido para el Sí Quiero. Había oido hablar mucho de esta finca y la iba a conocer en primera persona, sin duda la finca es espectacular por el entorno, pero también por las personas que nos atendieron. Los sitios pueden ser grandes, pero son las personas quienes lo hacen especial.
Y llego el gran día, vestidos de gala y con un marco idílico donde se podía ver Altea, la Olla y nuestro mar Mediterraneo fué el entorno elegido por Rocio y Cuco haciendo así un guiño a sus invitados, la mayoría procedentes de Madrid. Al atardecer, cuando el sol tocaba el horizonte e inundaba todo de un color dorado, bajo un ritual de preparación de mojito y con unos ceremoniantes de lujo que además son grandes amigos de la pareja se dieron el Sí Quiero. ¡Que más se puede pedir!
El resto…pues que fué una boda muy divertida y cercana, además de emotiva y sincera, disfrutada junto a grandes amigos, con una fiesta que duró hasta las mil y con una decoración y detalles dignos de mención, cuidados con mimo y detalle por Cumpli2, sin duda una boda en la que trabajaron infinidad de grandes profesionales, los que cumplieron con creces las expectativas de esta gran pareja. Enhorabuena!! y gracias por dejarme ser vuestro fotógrafo de bodas.